Uno nunca deja de aprender. Y, al aprender, uno no deja de sorprenderse. En estos días en que me he puesto el uniforme de anunciante de nuevas formaciones de escritura, debo decir que no tenía dudas sobre el valor (para mí) de dichos cursos, pero que tampoco tenía unas expectativas claras (el valor que para otras pudieran tener). Y el aprendizaje es que son muchas las personas que ven también en el acto de escribir algo que nos conecta con nosotros mismos y con los demás. La sorpresa es que las dudas y los miedos son grandes y adoptan formas terroríficas, pero les gana el deseo de descubrir y disfrutar.
Son muchas las personas que se han inscrito ya a Las 4 claves para escribir tu libro. Muchas. A todas les he dado ya las gracias por su confianza, a todas les he enviado la información, y a todas confío en ofrecerles el próximo jueves 27 una sesión llena de inspiración, motivación y conocimiento. Pero quiero hablar de los muchos correos recibidos por parte de personas que manifestaban su deseo de hacer las formaciones y, seguido de esto, su miedo a no estar preparados, a que no fuese el momento adecuado, a no saber si esto sería algo que necesitasen. Me pedían a mí, de manera más o menos directa, que tomase la decisión por ellos. Mostraban su deseo de aventurarse, de probar, y al mismo tiempo su temor a hacerlo. Un ruego por restringir su libertad, cuando la escritura es, precisamente, el espacio más libre que tenemos a nuestra disposición.
Quien está suscrito a una newsletter donde la palabra es la principal protagonista, es probable que haya sentido alguna vez que la escritura es una especie de refugio. Un espacio en el que todo parece posible, donde las reglas las pones tú. Donde las limitaciones desaparecen y, por fin, puedes ser quien realmente eres; o, al menos, explorar quién crees que puedes ser. Esa sensación de libertad es uno de los mayores privilegios que tenemos como escritores, pero, paradójicamente, es algo que muchos de nosotros olvidamos o dejamos de lado cuando nos enfrentamos a una hoja en blanco. El miedo nos apresa, nos nubla los sentidos, nos obliga a olvidar la libertad mayúscula de la que disponemos.
Escribir es, en su esencia más pura, una de las actividades más libres que existen. Y no hablo solo de la libertad creativa, que es sin duda una parte clave, sino de la libertad en su sentido más amplio. Al escribir, puedes crear mundos enteros, personajes que hacen lo que tú decidas por ellos, y tramas que se desarrollan según tu propia visión, tu entendimiento, o según otras perspectivas ajenas que quieras conocer mejor. No hay límites. No hay imposibles. No hay nadie que te diga qué hacer o cómo hacerlo, salvo que tú lo consientas. Es tu voz la que manda, son tus ideas las que toman forma.
A menudo, sin embargo, nos autoimponemos restricciones. Pensamos que escribir es solo para ciertos «elegidos», para aquellos con talento natural o una inspiración divina que les fluye de manera constante. O peor, nos preocupamos tanto por las expectativas externas, por cumplir con lo que creemos que se espera de nosotros, que olvidamos esa primera chispa que nos llevó a escribir: el deseo puro de contar una historia que llevamos dentro. De sentarnos a solas con nosotros mismos. De tener tiempo para pensar, para elegir, para averiguar, para disfrutar. Para sentir que sí, que nosotros tenemos el mismo derecho que los demás a escribir. Es más, que nosotros tenemos las mismas herramientas para hacerlo con placer y criterio.
Cuando pienso en alguien que se ha sentido atrapado por sus propios miedos o inseguridades a la hora de escribir (yo, una vez, fui ese alguien), quiero recordarle que la escritura es un espacio sin juicios. Puedes cometer errores, pero esos errores no son más que oportunidades para aprender, para crecer, para experimentar. La belleza de escribir radica en la posibilidad de volver a empezar tantas veces como sea necesario. No hay reglas rígidas, solo principios flexibles que tú puedes moldear según tu propio camino.
La libertad de escribir no depende de que todo salga perfecto desde el principio. No necesitas tener todas las respuestas antes de empezar a escribir; solo las esenciales. La magia ocurre cuando dejas que las palabras fluyan, cuando permites que tu imaginación tome el timón. Cuando te permites ser tú, algo que no hacemos con tanta frecuencia como creemos en nuestro día a día. Al final, la libertad está en el proceso, en ese espacio sin restricciones donde puedes explorar, probar, descubrir y, sobre todo, gozar.
Si alguna vez te has sentido bloqueado o dudoso, recuerda que cada palabra escrita te acerca más a esa libertad que tanto deseas. No hay nada más libre que una historia que nace de ti, que crece bajo tu dirección, que se convierte en algo único. Y lo mejor de todo: es tuya, nadie más tiene el poder de crearla como tú lo haces.
Escribir es, por tanto, un acto de valentía. Es enfrentarse al miedo a lo desconocido, a la incertidumbre, a las críticas. Pero también es un acto de confianza, de creerse capaz, de permitirte ser. En el fondo, es una forma de descubrirnos, de liberarnos de todo lo que nos limita fuera de ese mundo de palabras.
Así que, si alguna vez sientes que la escritura te intimida o que no eres lo suficientemente bueno, que hay demasiadas cosas por hacer, recuerda que ese es precisamente el momento en que más libre eres: cuando todo es posible y el único límite es el que tú te pongas.
Mañana, lunes 24, se cierra el plazo de inscripción en Las 4 claves para escribir tu libro. Muchas personas se han atrevido a dar el paso para hacer de la escritura algo libre y pleno.
Las 4 claves para escribir tu libro es una formación online en directo en la que hablaremos de conceptos fundamentales para entender la manera de escribir historias, y que resultan imprescindibles para superar los bloqueos y las inseguridades que a todos nos abordan al sentarnos a escribir. En ella:
· Asentaremos conceptos tan cruciales como la idea, el argumento y la trama.
· Cuidaremos la mirada personal que cada de uno de nosotros tiene para observar el mundo.
· Conoceremos distintas técnicas y recursos narrativos que enriquezcan nuestro modo de contar historias.
· Abordaremos las prácticas más recomendables para convertir en hábito un proceso tan enriquecedor como el de escribir.
No importa si apenas tienes experiencia o si has dedicado ya mucho tiempo y muchas páginas a esas ideas que llenan tu cabeza. En esta sesión podrás encontrar inspiración, motivación, herramientas y, sobre todo, claridad, para reforzar tu manera de contar las historias que llevas dentro.
Leerte es como cuando hace mucho calor y de repente viene una brisa fresquita que te alivia para que puedas continuar lo que estabas haciendo.
Es sentir que todo es posible sin levantar los pies de la tierra.
Te veo el jueves a mis 14:00 hora argentina ☺️🤗
Un abrazo grande
Me gusta mucho esta frase:
La belleza de escribir radica en la posibilidad de volver a empezar tantas veces como sea necesario. No hay reglas rígidas, solo principios flexibles que tú puedes moldear según tu propio camino.
Muchas veces actuamos como si todo fuera definitivo, como si fuera la última oportunidad... Como si no hubiera vuelta atrás. Y seguramente todo es más sencillo y más flexible. Y casi nada es tan serio como parece.
Gracias, Paulo.